"Cae el crepúsculo. Los olivares se ensombrecen; cobran un tinte oscuro los cuadros del alcacel luciente; resaltan hoscas las tierras de barbechos. Y por la carretera, recta y solitaria, entre las ringlas de olmos desnudos, me encuentro el galgo negro y enjuto, que camina ligero, resignado, con cierto aire de jovialidad melancólica, hacia el poblado triste." (Antonio Azorín, Azorín)
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